Estoy a punto de recibir el titulo de maestría por parte de mi alma
mater, si bien es un logro que según las buenas lenguas "no cualquiera"
no estoy pero ni tantito emocionada. Es un logro, una meta, un escalón
más en esta escalera de la vida. PFFFF ¿así o más cursi? Al graduarme de
la carrera profesional el sentimiento de superación y de que todos los
posters motivacionales con helvetica si funcionan tenia completo
sentido, es necesario ese primer empujón para romper la barrera del
mundo "laboral" y no perder el aliento al ser desechado en una 30 o 40va
entrevista laboral.
Pero ahora, el sentimiento es nulo,
inexistente. Hemos pasado por ese rompimiento de la auto estima
estudiantil ya una vez, una segunda parece fútil. El cuento de hadas al
terminar la lucha contra el dragón universitario ya tuvo su final no tan
feliz y ahora la vida cada vez se parece más a una sitcom (Para ser
exactos ese momento en el que Robin se queda sin novio, sin trabajo y
sin lugar donde vivir siendo una tercera rueda en el departamento de
Marshall y Lili).
Pero un papel más o un papel menos ya no
simboliza un cambio real en tu vida. Si bien en la carrera profesional
creces y aprendes de manera constante en un ambiente de 24/7 de
proyectos, guías, clases, tutores, fiestas (obviamente) y viajes, en un
ambiente laboral una maestría solo es cambiar 1/5 de tu rutina, no todo
de golpe. ¿Y realmente cambiará algo? Siento que he desperdiciado los
últimos 3 años de mi vida en obtener un papel que no tienen ningún valor
para mí, las oportunidades y experiencias en estos años son
invaluables, pero el papel no marcara un antes o un después, ni un valor
superior o menor, ni tampoco son capaces de demostrar quien soy en
realidad. Ese papel es solo un papel.
La realidad es que
ya lo tengo en mano, y hoy ya estoy de nueva cuenta en mi oficina con mi
agenda en mano, audífonos y sobreviviendo a base de café. Igual que
ayer, igual que mañana. La motivación no la da el papel, ahora hay que
buscarla.
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